Recetario para escribir la novela del siglo XXI
©José Díaz-Díaz
Fundacionlacaverna.blogspot.com
La fórmula, el récipe o la receta que nos guíe hacia
la estructura conceptual y de forma para allegar sapiencia y construir la escritura
optima de la novela contemporánea, todavía no ha sido dictada.
Sin embargo, lo que sí podemos recopilar, analizar y
sintetizar, son las distintas claves que los grandes maestros y otros— no tan
grandes— nos han señalado para transitarlas.
Nunca se podrá escribir una buena novela pretendiendo
desconocer—ya sea por ignorancia o arrogancia—la experiencia de autores que
dejaron la piel en su escritorio, en busca de la excelencia literaria. Por todo
esto, en este apretado artículo, busco señalar algunos tópicos tendientes a
configurar un mapa que guíe formal y estructuralmente la escritura de una
novela representativa de nuestro tiempo utilizando los recursos legados por nuestros
antecesores. Son recursos señalados directa o indirectamente por filósofos y
pensadores, por escritores y, por artistas de otras disciplinas, todos
enfocados en el oficio de modelar formas y contenidos en la materia propia de
la literatura: la sensorialidad de la palabra escrita. Dicho de otra forma: acceder
a los contenidos conceptuales del lenguaje escrito en el terreno emocional de
los sentidos.
Comencemos: cuando
los músicos de una orquesta se preparan para interpretar una pieza, lo primero
que ven en el pentagrama es el Tono en el cual discurrirá la pieza en cuestión.
Pues igual debe ser la pauta central para acceder a la narración que va a ser
contada. Así que un tono entre cínico
y conmovido será el primer y definitorio ingrediente a tener en cuenta para contar la historia sombría del mundo actual.
Escoger y cuidar el tono. La cadencia es más importante que todo, decía Borges.
La narrativa que inspira a la nueva novela ya no descansa
en un argumento y unos personajes que conforman la TRAMA, sino en una
fragmentación de sucesos sin final porque no todo está dicho ni hecho (piénsese
en 2666 la novela de Roberto Bolaño). Es como una sinfonía que no
cuenta nada o la contemplación de un cuadro pictórico. La novela como una sinfonía sin historia. Solo
un cuadro. Pero no olvidemos que una pieza sinfónica está dividida en partes
autónomas (o capítulos para nuestro caso) y todos ellos encaminados hacia el logro
de un magnificente y esplendoroso final.
Es preciso narrar en tono urbano, cerebral, global y
evitar lo rural, mágico, local, pedestre. El autor debe sumergirse en la íntima complejidad de la conciencia del hombre
de hoy, evitando el relato superficial, plano y lineal. Enfatizar en el lado
oscuro y en el lado luminoso del psiquismo humano; escarbar en la
visceralidad y en la opacidad de su realidad interior…
Debe fusionar en el relato la realidad y la ficción, algo
así como una mezcla de extraña, voluntaria y dirigida cordura dentro del caldo
de una mixtificación asombrosa.
Buscará extraer belleza de lo vulgar, al estilo
baudelariano. Intriga y extrañeza, plena de metáforas oníricas. Esta fusión
logrará conseguir un efecto borroso y alucinado de la realidad.
Los personajes nacen de la trama. No la trama de los
personajes (Borges). Es imperativo que los Personajes sean y luzcan como
transgresores. Seres de límite, emblemáticos.
Interiorización, interiorización y más interiorización.
Los puntos de vista deberían ser múltiples como múltiple
es la percepción humana. Ideal trabajar con personajes outsiders, freaks,
ambiguos, impredecibles, subterráneos, amantes de la contracultura y
apasionados por las teorías conspiratorias. Acordémonos que estamos transitando
por tiempos de posverdad, negacionismo y revisionismo histórico. Así que la realidad
debe ser pintada con extrañamiento y equivoco.
Busquemos escribir con aire divagatorio, como conversando.
En elipsis y digresión. Con intención simbólica, fuerza translaticia y connotación
de sentido.
No narrar acontecimientos extraordinarios sino sucesos
mínimos, como destellos instantáneos, rutinarios utilizando la técnica de
fragmentación. Entonces, narrar en fragmentos breves, con retazos de imágenes,
conversaciones sin final sensato.
El Narrador-personaje debería ir en primera persona.
Dialoga, cita, pone a hablar a otros sin utilizar raya para abrir o cerrar
dialogo a la manera de los textos de Jose Saramago.
Imprescindible conseguir un ENFOQUE nuevo. El enfoque
es el ángulo con que se mira. El prisma, el punto de vista. Tener en cuenta:
literatura Indie y kitsch. (Discurso proveniente de la radio el cine la tv; los
blogs, los periódicos digitales, etc.) y utilizar narrador en primera persona.
No omnisciente. El narrador- personaje debe ser femenino, en lo posible. O al
menos combinar las dos visiones femenina-masculina. El rol femenino, al
parecer, está mejor dotado para allegar los componentes totales para percibir
la realidad. Y por ello su cosmovisión es más precisa.
Usar técnica del contrapunto. Varias historias que se
combinan y alternan. Simultaneidad de tiempos lugares y personajes sin anuncio
previo.
En el diálogo, intervenir la voz del narrador con sus
propias opiniones, adjetivando, etc. Introduzca diálogos de estilo directo, sin
narrador. (Manuel Puig: cine y literatura). Lenguaje del cine; planos,
secuencias…montaje fílmico.
No olvides involucrar en tu escrito el impacto del Relato
coral. Historias entrelazadas que no convergen en un relato definido. Simplemente
retazos de vidas. Presentar el narrador a la mitad del relato. Narrador
totalitario fusionarlo con narrador personaje en un mismo capítulo. (Como en Delirio
de Laura Restrepo).
Jugar con el equívoco a la
manera del Foucaltismo pop (celebración de
lo insólito y marginal, lo diferente, mórbido). Una escena con borracho.
Un cuento a través de cinco miradas (relato multivisional):
En una cárcel. En un asilo. En un hospital. En una
biblioteca…en una alcoba.
Por qué no incluir un diálogo testeando. Una canción o
poema en estilo de Rap o Slam. Y todo un capítulo escribirlo como se
habla.
Otro escenario hilarante: una sala de disección. Con voces
y más voces, sueños dentro del sueño y más sueños.
También incluir un capítulo sin narrador. Diálogo
estilo guión de cine, descripción visual y fónica en secuencias y planos. El
lector es un ojo que ve (no que lee) Recordar a Puig. Una llamada telefónica donde solo se oye lo que dice
uno de los interlocutores. Y para hermanar nuestra cultura en el mundo de los
idiomas, al menos transcribir un párrafo en latín, uno en francés y otro en inglés.
En un capítulo, utilizar la técnica de dejar un espacio
al final de una frase (Marcel Duchamp) para que el lector imagine o escriba su
propia palabra. Puede ser un verbo, un adjetivo, etc.
El huevo filosofal. Tener en cuenta este concepto a partir
de un cuadro que está compuesto de los siguientes elementos: Un huevo, una
clara, rasgos y rasguños, padre, hijas, ventana, sábana, algo daliniano.
Fresco
de voces entrelazadas
(varias voces hablando de un
personaje. El personaje no habla sobre él).
Convertir al lector en un sabueso, en un detective que
va aportando a través de la lectura elementos para crear y desenrollar el
laberinto de la trama.
Tener en cuenta: literatura Indie y kitsch. (Discurso
proveniente de la radio el cine la tv, los blog, los periódicos etc.).
Como pueden darse cuenta, amigos lectores, en este
recetario que aspira a orientar la escritura y por supuesto la lectura de lo
que puede ser la novela del siglo XXI pasado ya un quinto de él, se queda corto
en recoger muchas de las técnicas, y usos elaborados del lenguaje propiamente
literario, pero nos sirve para entender que en el oficio literario no se puede
improvisar ni mucho menos nadie puede sentirse escritor cuando no ha
incursionado formalmente en el dominio de su materia. Nadie nace escritor. Hay
que sudarla para serlo.
Espero que al menos este esfuerzo de síntesis apretada
sirva para otear cuán largo y profundo ha sido el trazo dejado por nuestros
antecesores y en consecuencia, por consideración con ellos, asumir nuestro
trabajo con entera humildad, siempre prestos a aprender de su legado.





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