El olvido que seremos
©
José Díaz Díaz
American
Hispanic Empowerment & Fundación la caverna.
La noticia sobre el premio Goya otorgado a la película El olvido que seremos, dirigida por Fernando Trueba y basada en la novela de Faciolince, en la categoria de Mejor película iberoamericana, nos llena de satisfacción. A continuacion copio la Reseña literaria que hace unos años escribí sobre la novela.
"A quince
años de la primera edición de El olvido
que seremos, esta conmovedora novela autobiográfica que develó al mundo el
trabajo narrativo de Héctor Abad Faciolince, adquiere un especial brillo como
todas aquellas obras que tienen la virtud de madurar mientras el tiempo pasa. En
efecto, en el 2010, la obra recibe el premio Casa de América Latina de Portugal, por considerarla la mejor
novela latinoamericana del año. Felicitamos por este reconocimiento a Héctor
Abad.
Aquí
una vez más el fantasma de la literatura arropa con su manto, explica y da
coherencia a un segmento de historia personal y nacional, como son las
vivencias del autor y de su país, para narrarnos— desde el apaciguamiento
distante producido por la catarsis de la emoción estética— la trágica experiencia
del asesinato de su padre y el aciago destino de una Colombia que padece las
atrocidades de una violencia fratricida absurda.
Héctor
Abad Faciolince, nacido en 1958, tiene en su haber más de quince obras literarias
dentro de las que se cuentan entre otras: Angosta
(2003), que fuera reconocida dos años después por la Crítica china con el
premio a la mejor novela extranjera de ese país en ese año. El amanecer de un marido (2008), Traiciones de la memoria (2009) y Las formas de la pereza (2011).
La
literatura está, sin duda, de plácemes con esta novela de Héctor Abad
Faciolince, ya que nos enseña cómo es que se coge el toro por los cuernos, a la
hora de hurgar en los vericuetos íntimos de la conciencia humana. La muerte es
el tema más sublime del hombre porque es a su vez el más trágico. Y quien logra
ubicarse más allá de los anodinos avatares de la vida, es quien puede asumir
sin miedos ni temores, la descripción transparente de sus íntimos sentimientos
y desgarrar la conciencia para dulcificar en el milagro de la comunicación, la
piedrita que todos llevamos en el zapato, el desahogo existencial, por la vía
de la actitud más comprensiva y elevada ante la adversidad: La literatura.
El olvido que seremos es
una novela autobiográfica, abierta y sostenida por el recurrente eje temático
del Olvido. El olvido que echa al traste con el salvavidas de los hombres y de
los pueblos, la Memoria. El olvido que es el último signo del fugaz paso por
esta eternidad que es la nada. Al respecto, podemos leer en su novela:
La
memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o, mejor dicho, está hecha de
intemporales conchas de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos. Sé
que pasaron muchas cosas durante aquellos años, pero intentar recordarlas es
tan desesperante como intentar recordar un sueño que nos ha dejado una
sensación, pero ninguna imagen, una historia sin historia, vacía, de la que
queda solamente un vago estado de ánimo.
Un verso de Borges de su poema Epitafio, escrito a mano y encontrado
por el autor en uno de los bolsillos del traje su padre el mismo día de su
asesinato como premonición de su inminente muerte, es el comienzo del hilo que
nos lleva a desovillar escenas de la infancia del escritor. Atado a la
semblanza de un padre adelantado en emoción y en inteligencia para su tiempo,
nos dibuja el comienzo y el final de toda una entrañable secuencia de retratos
que los unen como la humanidad se apega al amnios de la madre naturaleza; de un
hijo que sufre la historia de un país de inconmensurable vocación para la
violencia; de una telaraña de códigos cifrados para segar la vida de los
mejores.
Así
las cosas, es este un momento propicio para celebrar con hondo regocijo esta
obra de madurez de un joven escritor colombiano que ha alcanzado la templanza
estética y que continúa iluminándonos con su peculiar visión de un entramado
social en el cual el hombre se salva de caer estruendosamente en el absurdo por
el milagro de una mirada crítica y a la vez poética como la que Faciolince le
imprime a sus escritos".


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