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La imagen del Panóptico, símbolo del control globalizado

  El Panóptico, la imagen del poder

José Díaz-Díaz







Apreciados amigos, les dejo como lectura de fin de año estas reflexiones tomadas de otras lecturas alrededor de un concepto recurrente que ahora más que nunca cobra absoluta vigencia. 
Tres nombres de filósofos saltan a las tablas cuando le hacemos un seguimiento histórico al concepto del Panóptico, como símbolo de dominación social: primero, el creador e impulsador del proyecto, el inglés Jeremy Bentham (1748/1832), luego viene el francés Michel Foucault (1926/1984) y ahora justo, el surcoreano Byung-Chul Han.




Ha pasado mucho tiempo desde que Bentham trató de vender el proyecto  a las autoridades británicas para ser construido  en su momento. Sinembargo, aunque no se materialzó el proyecto, el concepto arquitectónico para la dominacion total, se mantuvo. Cobró plena vigencia cuando Faucault lo retomó y y lo convirtió en eje para explicar los distintos mecanismos del poder social. Lo hace particularmente en su libro: Vigilar y castigar, publicado en 1975.  

El Panóptico es la idea de una construcción arquitectónica presentada por el filósofo utilitarista Jeremy Bentham. Esta figura carcelaria se caracteriza por su estructura de anillo y una torre en el centro. Desde la torre, el vigilante situado en la posición ventajosa del centro es capaz de observar fácilmente a los reclusos, que se encuentran en celdas individualizadas.Desde su posición, el vigilante ve sin ser visto a cada “loco”, “enfermo”, “condenado”, “obrero” o “escolar”. 

La principal ventaja de los dispositivos disciplinarios del panoptismo, es que permite aumentar la utilidad -instrumental al poder- y minimiza los inconvenientes del ejercicio directo del poder. El poder ya no está “por encima”, sino que se encuentra en la multiplicidad social misma y su tejido.

Foucault sostiene que el principal efecto del Panóptico es inducir un estado consciente y permanente de visibilidad. Este estado permite que el poder opere de manera autónoma puesto que hace que los efectos de la vigilancia sean permanentes, aun cuando la vigilancia misma no lo sea. Este perfeccionamiento del poder hace inútil el ejercicio del mismo.

Lo esencial es que el individuo sepa que está siendo vigilado, pero no hay necesidad de que efectivamente sea vigilado. El poder se convierte en poder visible, la torre de vigilancia en el centro está sin cesar ante la vista del “detenido”. También es un poder inverificable, el “detenido” no tiene como saber si en un momento en particular se le está observando, pero está seguro de que siempre puede ser observado.



De la relación ficticia entre el sujeto y la posibilidad de ser observado surge una sujeción que es real. Foucault sugiere que en tal estado no es necesario recurrir a la coerción para garantizar la buena conducta, sino que el mismo individuo sometido al campo de la visibilidad reproduce por cuenta propia las coacciones del poder. Surgen espontáneamente de sí mismo y se inscribe en sí mismo la relación de poder. El actor se convierte en el principio de su propia sujeción. 



El Panóptico, en Foucault, no corresponde a la figura ideal de un esquema arquitectónico particular, sino que es una figura de una tecnología política que prescinde de cualquier uso particular. Esta figura permite definir las relaciones de poder en la vida cotidiana de las personas. El Panóptico es el perfeccionamiento del ejercicio del poder, reduce el número de quienes lo ejercen y aumenta el número sobre los que es ejercido.

Su objetivo es garantizar la eficacia de un aparato de poder, maximizar su utilidad y economía. Se distancia de las formas violentas, discontinuas y súbitas del poder que se vinculan al ejercicio de la soberanía y que entorpecen la producción. El aumento productivo del poder es garantizado por su ejercicio en la base de la sociedad, a su nivel más particular.

La modalidad disciplinaria del poder se ha infiltrado en todas las demás, garantizando la distribución atomizada de las relaciones de poder. En el ejercicio cotidiano de la vigilancia permanente se han extinguido las manifestaciones “necesariamente espectaculares” del poder.

La táctica de las disciplinas para ordenar la multiplicidad social responde a tres criterios: hacer el ejercicio del poder lo menos costoso posible; hacer que los efectos del poder alcancen su máxima intensidad y se extiendan lo más posible; y unir a este fin el crecimiento “económico” del poder (aumentar la docilidad y utilidad de los elementos del sistema.

Diversas tecnologías disciplinarias a lo largo de la historia han permitido que el poder sea ejercido en el tejido mismo de lo social y dentro de su multiplicidad. Para Foucault, el panoptismo ha permitido que las formas de poder tradicionales, “rituales”, “costosas”, “violentas”, sean sustituidas por una tecnología más fina y calculada del sometimiento.

El Panóptico digital

Ahora bien, ese concepto que fuera tan arraigado y apropiado para explicar los mecanismos de control social, actualmente es retomado una vez más y "actualizado" por un joven filósofo posmoderno. Nacido en Corea del Sur y formado en Alemania, donde se especializó en Heidegger, Byung- Chul Han es el pensador más difundido en torno a la crítica de los usos, peligros y vicios de la sociedad digital en donde se erige el nuevo “panóptico digital” y el “Big Data”. Debo dar las gracias a los trabajos realizados por Xacata.com y Francisco Rouco por sus análisis alrededor de este tema. A continuación señalan:



{...Si el aporte filosófico de Michel Foucault fue la fundación en los años 60 del Grupo de Información sobre las Prisiones, con el fin de denunciar las condiciones carcelarias y el análisis de las nuevas formas de dominación, para lograr desenmascarar cómo el Estado aumentaba y desarrollaba nuevas formas de control en la población, Byung-Chul Han le viene a dar una vuelta de tuerca más al planteo, analizando las herramientas digitales con las que el sistema nos somete y controla.

Hay dos conceptos que son centrales en Foucault y en su teoría del poder: Panóptico y Biopolítica. Para el autor el poder no se posee, sino que se ejerce en relaciones no-igualitarias. Está presente en todos los ámbitos de las sociedades, no hay zonas sin poder. En este sentido, se sostiene que toda la sociedad es un complejo de relaciones físicas de poder en donde el Panóptico es la manifestación más acabada de esta nueva forma de control que se materializa en esta máquina que se ocupa de disociar el ver-ser visto.

Byung-Chul Han tomó todos estos conceptos y los actualizó al calor del siglo XXI. El panóptico se modernizó en la forma de las redes sociales, ahora “cada uno es panóptico de sí mismo”. La antigua Biopolítica quedó ahora superada por la “Psicopolítica” y su psicopoder, que se basa en la creación de psicoperfiles de la población a partir del cruzamiento de datos e información recopilada en nubes online denominadas Big Data, que son administradas por las empresas y ofrecidas como mercadería al Estado Big Brother, creando así una forma de control y organización social llamadas Big Deal. Que según el autor significaría “el fin de la libertad”.

El mundo de Byung-Chun Han es posmoderno, poscapitalista y posmarxista. En primer lugar, ya no hay más clases sociales:

Los habitantes del panóptico digital no son prisioneros. Ellos viven en la ilusión de la libertad. Hay tal desarrollo hay del individualismo en esta época que ya no existe el “otro” ni siquiera como explotador que me fuerza a trabajar y me aliena de mí mismo; en realidad, me exploto a mí mismo voluntariamente creyendo que me estoy realizando. El trabajador desapareció, ya no hay más, solo “usuarios digitales”. El individualismo se desarrolló tanto que reemplazó al partido político como forma de organización, las masas ahora son “enjambres de puras unidades”. En este mundo de sensación de libertad es imposible la resistencia y mucho menos una revolución ya que “no existen otros de quienes provenga una represión”.

La realidad que describe este autor en sus textos es dura y de un pesimismo inexorable. Es un mundo en donde somos explotados inconscientemente por un sistema económico que solo quiere nuestros datos personales de usuarios, ya que la ganancia socialmente producida, o riqueza, no se la lleva nadie ya que no hay clases sociales [¡!].La salida que ha encontrado este pensador crítico para no sucumbir ante semejante realidad es un argumento que podría haber dicho el propio Heidegger: simplemente, no-ser. Lo que el autor nos propone es que dejemos de ser funcionales al sistema que nos oprime de forma pasiva “vaciando nuestro ser”:

Más concretamente, lo que propone es que nos convirtamos en “idiotas” en el sentido clásico del término, el cual significa preocuparse solo por lo privado o personal. “El idiotismo descubre al pensamiento un campo inmanente de acontecimientos y singularidades que escapa a toda subjetivización y psicologización”. ¡No se deje dominar y sea un idiota! es la estrategia que nos propone Byung-Chul Han para oponerse a la sociedad del cansancio. Ya que al fin y al cabo “el idiota no es ningún sujeto: más bien una existencia floral, simple apertura hacia la luz”.

El autor en cuestión tiene una fórmula propia de resistencia política que no convierte en categoría o programa político, pero comparte: hace diecisiete años que no tiene celular, no hace turismo, en casa solo escucha música analógica ("tengo un ’Rocola’ y dos pianos") y ha dedicado tres años de su vida a “cultivar un jardín secreto", cuya experiencia y conclusiones teóricas plasmó este año en Loa a la Tierra. Un viaje al jardín (Barcelona, Herder, 2019). En esta obra plantea atentar individualmente contra el sistema desde el no-hacer: hay que vaciarse de esa lógica occidental que pretende encontrarle una recompensa o beneficio a cada acción o decisión que tomamos, y simplemente liberarnos de la economía detrás de nuestros movimientos. El filósofo coreano tiene a la digitalización por enemiga del silencio y de lo táctil, una aniquiladora de “la propia realidad”. Su pequeño jardín, en cambio, le amplía el mundo, recupera la noción de su ser y tiempo.

Más allá de las parábolas de tipo religiosa o las referencias a la filosofía de Martin Heidegger, lo que Byung-Chul Han está proponiendo es negar o dejar las redes sociales, lo cual hoy podemos considerar como una especie de parodia del “ludismo” del siglo XXI. Los avances técnicos y tecnológicos son impresionantes e incluso han demostrado la capacidad de ser muy útiles en las luchas contra el sistema, como lo mostraron las rebeliones durante la “Primavera Árabe” o con los “Chalecos Amarillos” en Francia, y ni hablar de los manifestantes de Hong Kong que actualmente están usando aplicaciones como Tinder o Pokemón para organizar sus intervenciones callejeras.

En el documental El gran hackeo (Netflix 2019) se cuenta el caso de Cambridge Analityca, una empresa de “campañas electorales” que, valiéndose de la información obtenida de los datos personales de la población vendidos por Facebook, influyó y operó políticamente en las elecciones norteamericanas que dieron por ganador a Trump y, en el caso de Brasil, a Bolsonaro (entre muchos otros países).

Subvertir la tecnología al servicio de la lucha de los explotados en una tarea de la izquierda en el siglo XXI. Desde el 2011 los movimientos juveniles se apropiaron de las redes sociales para fomentar la organización política. Del 15M en el Estado Español, la Primavera Árabe, el Occupy en Estados Unidos y en México con el #YoSoy132. Las redes sociales fomentaron la organización, no la reemplazaron, pero su empleo ayudó a organizar las protestas callejeras, enfrentar la represión y realizar asambleas.

En el 2011 la revista Time eligió como personaje del año a ‘The protester’, en honor a los jóvenes que habían salido a la lucha en la llamada Primavera Árabe, ganándose el respeto de todo el mundo al tirar abajo regímenes como el de Mubarak en Egipto, y donde todos señalaban el uso de las plataformas Twitter y Facebook como catalizadores y hasta ordenadores del descontento social. Esta adopción de un instrumento técnico como principal referencia para interpretar un fenómeno social es el principal rasgo y defecto de los que se podría denominar determinismo tecnológico. Ninguna herramienta puede ser motor de cambio por sí misma; las redes sociales trabajan sobre un escenario de tensiones sociales reales y a lo sumo puede catalizar procesos de una manera distinta a las conocidas, con más velocidad y otras escalas, pero no determinarlos.

La minería de datos fue señalada por The Economist, en mayo de 2017, como “el recurso más valioso del mundo”; las acciones de Facebook y Twitter en la bolsa de valores en Wall Street llegaron a cotizar más que la de las petroleras, el valor de los datos personales llegó a cotizar más que el barril de crudo. Así se establecieron nuevas reglas de competencia, los nacientes gigantes tecnológicos fueron negociando con los representantes de los medios tradicionales a lo largo de los años, logrando así alianzas comerciales lucrativas para ambos, ya que bajo el dominio de los algoritmos no existe ninguna verdadera democracia en la difusión de la información salvo que medie el dinero o los grandes acuerdos comerciales. Y aunque no medie, el algoritmo tiene el objetivo de concentrar a los usuarios en “burbujas de eco” que permiten familiarizarse y conocer mejor sus gustos y de esa forma elaborar psicoperfiles acabados que se comercian.

En La sociedad de la transparencia (2013) Byung-Chul Han remarca que parte del dominio inexorable de las redes sociales está en el hecho de que la gente voluntariamente entrega sus datos e información a las corporaciones por medio de las redes, pero nada más lejano de la realidad. Los datos personales son sustraídos involuntariamente a los usuarios por medio del engaño y abuso, no es algo que los usuarios acepten de forma consciente. Nadie entregaría sus datos sabiendo que las plataformas se quedan con el derecho de autor de los mismos para venderlos.

El mundo que nos dibuja Byung-Chul Han es la muestra más acabada del paradigma filosófico neoliberal imperante: un mundo posideológico, pospolítico, posindustrial, posnacional, postrabajo y, en definitiva, posmoderno, donde la única certeza es el dominio absoluto del neoliberalismo. En ese sentido la filosofía del autor es fomentar el escepticismo en la posibilidad de nuevas revoluciones que den por tierra con el dominio del capital. En la filosofía post la autonomía de la política pasó a depender casi exclusivamente del discurso, que queda supeditado a las redes sociales, el Big Data y la micro segmentación...}.

Apreciados lectores, espero que todos estos aportes teóricos, estas reflexiones,síntesis y conclusiones alrededor de El Panóptico, tomados de distintos libros, artículos , páginas webs y autores, nos iluminen para darnos cuenta de— una vez por todas— de que la Historia esta ahí para decirnos el camino que estamos transitando. Buen viaje para todos y próspero 2023. 



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Bibliografía mínima:

  1. Bentham, Jeremy. El panóptico. La piqueta. España. 1979.
  2. Foucault, Michel. El ojo del poder. La piqueta. España. 1979
  3. Foucault, Michel. Vigilar y castigar: el nacimiento de la prisión. Siglo XXI. México. 2018
  4. Han, Byung-Chul. En el enjambre. Herder. España. 2016
  5. Orozco Garibay, José Manuel. Han y la vida contemplativa. ETM. México. 2019



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